13 abril 2010

La lógica del psiquiátrico


"Entonces es martes, seguro, por lógica".

Esta frase tan contundente la comentó mi tío Esteban un sábado por la tarde, con la mitad de los enfermos de permiso. Su desconcertante razonamiento nos situaba en el verano de 1.960, mientras afuera, en el jardín del psiquiátrico, caían los primeros copos de nieve.

Estaba así desde que una mañana se levantó llamándome por el nombre de su hermano. A partir de ahí, pruebas y más pruebas, meses de hospital, ningún diagnóstico claro.

Pareció despertar un día de primavera, a finales de Mayo, con un discurso fluido y coherente, que se vino abajo con estrépito cuando formuló la pregunta: "Y el Madrid, ¿otra vez campeón de Europa?"

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04 abril 2010

De males anejos



A Edwin Quiñones le detectaron elefantiasis hace un tiempo. Desde entonces, la enfermedad ha deformado tanto sus pantorrillas, que reproducen fielmente la acartonada piel del famoso paquidermo.

Edwin cubre sus piernas con cómodos pantalones, más bien anchos, para disimular sus repugnantes deformidades, pero la enfermedad sigue ahí, paciente, apoderándose poco a poco de su ánimo. Le han dicho que el mal no se detiene; irá avanzando cada día un poco más hasta que el dolor se vuelva insoportable; y el chico parece no resignarse, pero su voz está lejos de infundir confianza, muestra a las claras que ya ha dejado de creer.

Se podría decir que Edwin Quiñones vive atrapado en un mundo que rechaza y del que no puede escapar.

Raúl Ariza es un escritor benicense que busca. Durante un tiempo se ha dedicado, sigilosamente, a observar, anotar y recopilar casos de enfermedades vergonzantes. La mayoría de ellas no son visibles a la luz del día; están  cubiertas por los gigantescos pantalones con los que la sociedad esconde lo imperfecto. Raúl se introduce, a escondidas, debajo de esas telas y descubre unas miserias humanas, tan frecuentes como sangrantes. Nos enseña terribles deformaciones: amputaciones de rasgos enteros de la personalidad, complejos que engordan los apéndices del alma, vicios que erosionan la epidermis hasta dejarla insensible.

Es importante, quizá lo más, cómo nos enseña cada una de las anomalías; ese ambiente apergaminado, paquidérmico, con el que nos pone en antecedentes sobre lo que va a suceder; el aire compasivo con el que trata a sus personajes, como de anciano sabio que escucha y comprende, pero renuncia a aliviarles con lavativas de mal curandero; y el final que se disuelve en las últimas letras, sin atreverse a matar al condenado y sin dejarlo del todo dentro del bucle cerrado de su existencia.

Elefantiasis, es el libro de Raúl Ariza donde nos cuenta parte de lo que ha encontrado en su búsqueda. No lo muestra todo, y se lo agradecemos. Resulta más pudoroso levantar un poco los pantalones de Edwin y volver a bajarlos; dejar una impresión fotográfica, como una secuencia de película de cine apenas entrevista, que nos impacta, pero no se queda el tiempo suficiente para provocarnos la arcada de lo mórbido.

Si lo que os interesa es, precisamente, tener una idea cinematográfica del libro, aquí tenéis el estupendo vídeo promocional, creado por nuestra genial Alma en la que juega un papel imprescindible la voz profunda de Juanma Titos. No debéis prescindir tampoco del impresionante prólogo del libro, a cargo de Francisco Machuca, en el que se da toda una lección de cómo debe ser un cuento.

Me queda felicitar a la ilustradora, Carmen Puchol, que introduce un poco más de desazón y dramatismo a los textos de Raúl; y a Editores Policarbonados, por el importante esfuerzo que está realizando con escritores noveles. Un esfuerzo que, con productos de esta calidad, pronto tendrá su recompensa.
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