28 septiembre 2014

Coma




La imagen es de Chiara Bautista. El relato lo escribí para los Viernes creativos de Escribe fino.

Algunas veces, parece que sonríe. Los médicos aseguran que se trata de una reacción nerviosa de esas que salen de forma espontánea, sin causa aparente. Que está clínicamente muerto, aunque lleve ya tres años en coma, tal y como lo devolvió el mar aquella aciaga noche. 

También tienen una explicación científica sobre la forma especial de arquear los brazos, que mantiene de vez en cuando, como abrazando un cuerpo invisible. Y sobre los espasmos que le da a la aguja del electro de repente, nada que envidiar a los terremotos de algún grado de la escala Richter.

Supongo que, para ellos, el sonido mágico que sale del pecho de mi hermano todas las noches podría ser síntoma de algún desequilibrio neurológico de nombre impronunciable y el extraño olor a pescado obedecería a la descomposición de algún órgano tumefacto.

Pero nada de eso voy a comunicar a los expertos, siempre que siga observando en el cuerpo que vigilo todas las noches los asombrosas movimientos producidos por las terminaciones del sistema nervioso parasimpático, que cualquier profano en la materia confundiría con sonrisas.

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21 septiembre 2014

El dios ausente



Ella no tiene habilidad ninguna para recogerse el pelo. Por eso cree que puede ser práctico que se lo corten a cepillo. También acepta de buen grado la bonita estrella amarilla que le obligan a llevar desde hace algún tiempo. Combina con el fondo ocre de su vestido. 

Ahora le han dicho que debe subir a un tren abarrotado de gente. Los que aguardan su llegada en el andén quieren asustarla diciéndole cosas horribles, pero ella no tiene miedo. Juega con un hilo suelto de la costura, mientras piensa que Yahvé le librará de cualquier peligro. Después, mira cómo se acerca la lejana columna de humo y sonríe.

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15 septiembre 2014

Condiciones de contorno

Este relato lo escribí a partir de una de las frasecitas del REC. Y me dejé llevar.

Mientras la impía lluvia borraba la rayuela, nosotros nos refugiábamos en el portal. En los pocos minutos transcurridos, las cuentas que dejamos en el suelo dibujado habían dejado de tener sentido, eran dos piedras más encima de sendas baldosas mal rejuntadas. En ese momento, me dio por pensar en la tiza disuelta en el agua que ya corría por las alcantarillas, formando parte de una mezcla turbia de muchas sustancias que recién terminaban de ser lo que eran para ser otra cosa.

Quizá fue ésa la primera vez que me dí cuenta de que algunos elementos sólo tienen sentido en un determinado contexto, bajo unas condiciones de contorno. Y que las verdades más sólidas pueden convertirse en una amalgama confusa de pensamientos si se introduce un elemento perturbador, como el agua.

Mientras la impía lluvia transformaba mi cerebro infantil para siempre, tú movías inquieta el pie izquierdo dentro de la sandalia empapada. Supongo que querías decir algo, conocer mis pensamientos, por ejemplo. Decirme que esperabas que terminara pronto de llover, tal vez, y que entonces nos iríamos a casa. Pero no dijiste nada. Esperaste a que despejara, te levantaste y comenzaste a caminar. Yo ya era consciente entonces de que te tenía que seguir, porque tú siempre sabías lo que había que hacer, intuías que era mejor respetar mis silencios hasta que yo decidiera romperlos y tomar las decisiones por mí cuando yo no me atrevía a hacerlo.

Recorrimos callados el trayecto en común hacia nuestras casas, con el único sonido del chop-chop de tus sandalias y el murmullo del agua turbia escurriéndose hacia los imbornales. Salía el sol y todo volvía lentamente hacia la normalidad, hacia otro entorno seguro, estable, donde todo volvería a tener sentido.


Recuerdo que estuvimos parados un rato en el lugar donde debían desviarse nuestros pasos. Yo terminaba de depurar algún pensamiento y tú me mirabas divertida. Tenías la cara todavía húmeda y un brillo especial en tus ojos verdes. Esas condiciones de contorno jamás se repetirían, pero a mí me quedaron para siempre. Pestañeaste un poco, volviste a sonreír y dijiste: Hasta mañana.

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08 septiembre 2014

El sitio de las cosas

La ilustración es de Feppa. El relato lo escribí para los Viernes Creativos de Escribe fino

Él no parece triste. Un poco desconcertado, puede ser, o simplemente no le termina de convencer la nueva distribución. Mira el televisor y lo ve demasiado bajo, y también necesitaría un sofá, una mesita, un mueble para la máquina de escribir. Ella se lo ha debido de llevar todo y él trata de recomponer su vida, empezando por el salón. Muy típico.
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Me encanta el nuevo armario para llaves que he comprado. Da mucho que pensar. No sé que hice con los dos tiradores que venían aparte, pero he decidido que no los voy a colocar. Taparían una parte de la imagen, de la historia que contiene. Deslizando los dedos por abajo o por arriba, conseguiré separar las dos hojas de la puerta con facilidad.

Ahora que lo pienso, quizá sea demasiado grande el armario para un único juego que contiene sólo dos llaves.

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01 septiembre 2014

Blancanieves 2.0


La imagen es de Stefan Heileman. El relato fue escrito para los Viernes Creativos, de Escribe fino.


Sabes que nunca miento. No mentiré, aunque me cueste la vida, aunque extiendas tu brazo, sueltes la piedra, y mi brillante superficie se descomponga en muchos trozos minúsculos.

No. Ya no eres la más bella. Tú lo sabes tan bien como yo. Ella tiene esa blancura virginal que tú nunca tendrás, por mucha cosmética que le pongas. Puedes arrojar el proyectil y negártelo durante unos días. Dejarás de ver arrugas donde nadie las ve, carne flácida que nadie nota. Pensarás que sigues siendo la mejor hasta que compruebes que las miradas ya no se desvían a tu paso como lo hacían antes y lo que es peor, que se alojan en la delicada silueta de la princesa.

No puedes competir con su juventud, pero puedes aprovechar el paso del tiempo en tu propio beneficio. Se llama experiencia. Relaja ese brazo, suelta la piedra. Sonríe un poco. Observa esa mirada profunda que tienes. Sabes que puedes conseguir lo que desees con esas dos cosas. Tienes la audacia justa para no precipitarte y astucia de sobra para no fracasar. Te conoces bien a ti misma y al mundo. Por muchas miradas que se dirijan a ella, tú sabrás poner tu piel delante de la suya ante quien realmente te interese.

Deja que Blancanieves se divierta en el bosque con sus enanitos mientras tú le das a probar al Príncipe Azul la droga de tu carne madura.
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